La madrileña Puerta del Sol ha vuelto a iluminarse este fin de semana con la potente luz del 15-M. Miles de ciudadanos se unieron a los centenares de jóvenes que durante semanas habían caminado hacia Madrid desde distintas ciudades del Estado. Una vez más, contra los negros augurios de no pocos tertulianos y la indiferencia desorientada de una parte de la clase política, este movimiento cívico y heterogéneo ha demostrado que nació con la intención de quedarse. Sus dos meses largos de vida en la calle han dado ya frutos incontestables. No sólo al poner en evidencia la manipulación intencionada o la osada ignorancia de quienes veían en las movilizaciones rasgos de violencia organizada, antipolítica u oscuras tramas de intereses.
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Por Jesus Maraña
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